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lunes, 5 de noviembre de 2007

Marco Teórico

Marco Teórico

Sabemos que Identidad cultural es el (sentimiento de) identidad de un grupo o cultura, o de un individuo en la medida en la que él o ella es afectado por su pertenencia a tal grupo o cultura.

Características e ideas comunes pueden ser claras señales de una identidad cultural compartida, pero esencialmente se determina por diferencia: sentimos pertenecer a un grupo, y un grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros grupos y culturas es por ello que en cualquier proyecto de identidad se debe identificar el nosotros y ellos. Cualquier cultura se define a si misma en relación, o más precisamente en oposición a otras culturas. La gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas.

Nos enfrentamos diariamente al pesimismo, al escepticismo de todas las generaciones que conviven en la actualidad y a la incomunicación existente entre ellas. Falta el discurso vinculante, falta de criterio unificador con que interpretar la realidad, pero, por sobre todas las cosas, falta la voluntad social, comunitaria de hacerlo. Cualquier individuo es prescindible y, lo que es peor aun, como consecuencia de ello, no se sabe a qué grupo se pertenece.

La acción humana requiere siempre proyectos que la orienten; y así, es posible pensar la identidad cultural cuando me reconozco parte fundamental, imprescindible y responsable de la efectivización de los proyectos desde el lugar donde realice mi obrar: educación, política, administración, etc.

Como dice Adorno, no hay valor para pensar el todo, porque se duda en poder transformarlo, se trata de seguir intentando. El primer camino será el reencontrar el sentido de la experiencia de pertenecer a una comunidad sabiendo que los sistemas de exclusión son tan fuertes que han llegado a erosionar las bases mismas de la cultura.

Hay una relación estrecha entre cultura e identidad, por eso si se asimila la cultura a una cuestión "natural", la identidades se pueden llegar a entender como algo dado que queda marcado casi indeleblemente. Lo importante de buscar las raíces, la autenticidad de la identidad cultural que aparece como esencia, como una condición inmanente del individuo. La identidad cultural aparece como consustancial una cultura particular y se busca establecer la lista de los atributos culturales que sirven de base a la identidad colectiva, la esencia del grupo.

Así, la identidad cultural de una persona se enmarca en una identidad global que "es una constelación de identificaciones particulares en instancias culturales distintas". La identidad es una construcción social y por lo tanto su complejidad es innata y participa de la propia heterogeneidad de cualquier grupo social; de hecho, como indica Cuche (1996: 91-92 y s.), la identidad no puede considerarse como monolítica ya que eso impediría comprender los fenómenos de identidad mixta, frecuentes en toda sociedad.

En este sentido, Weber (1979) insiste en que los individuos cuando están dentro de una comunidad se sienten subjetivamente como individuos con características comunes; a partir de aquí se puede derivar una acción comunitaria positiva o negativa en relación a otras comunidades (a otras identidades) que se ven y se viven como diferentes.

La memoria cultural igual que la memoria individual está asociada a los lugares. Lugares donde ha ocurrido algún suceso significativo se repite regularmente.

Por otra parte, la identidad social nunca es unilateral, necesita la interacción. En este sentido, tanto las identidades sociales individuales como colectivas pueden ser comprendidas utilizando un modelo dialéctico procesual, externo e interno. Ello supone, en cierta manera y según Jenkins, una alternativa más completa a la disyunción persistente en la teoría social entre lo individual y la sociedad, la acción y la estructura, etc.

Aunque la construcción de la identidad sea un proceso, ello no implica necesariamente una secuencia, sino que hay dimensiones simultáneas según se vaya dando la práctica social, es lo que Jenkins denomina "momentos de identificación" y le permite asegurar que en este modelo dialéctico el foco está sobre la síntesis.

En todo caso, la identidad comunitaria enfatiza la situación grupal, destacando la cohesión y la solidaridad existente entre sus miembros que se identifican con dicha comunidad. En este sentido, Weber (1979) insiste en que los individuos cuando están dentro de una comunidad se sienten subjetivamente como individuos con características comunes; a partir de aquí se puede derivar una acción comunitaria positiva o negativa en relación a otras comunidades (a otras identidades) que se ven y se viven como diferentes. La idea de comunidad se concreta en un terreno más controlable o controlado. Se da una cierta tendencia a cerrar comunidades, pero ello no quiere decir que no se de la existencia de "comunidades de intercambio social" (no endogámicas) según las costumbres o hábitos enraizados en cada comunidad. De hecho, la identidad comunitaria se basa sobre todo en la "conciencia de comunidad" existente que fomenta la imitación entre sus componentes, facilitando, a la vez, la identificación.

Hay también consideraciones que retoman la idea de identidad comunitaria para destacar las posibilidades democráticas y solidarias en un mundo complejo y difícil. El problema reside precisamente en abocar a la gente advierte del peligro de las llamadas "políticas de identidad" que refuerzan la idea de las diferencias grupales como totales, se describe a los otros grupos como el enemigo y se olvida que todos son miembros de una única sociedad. Dicho autor intenta recuperar la idea comunitaria como núcleo de interrelaciones solidarias, pero no como un enquistamiento grupal de unos contra otros. Es más, utiliza el término "sociedad comunitaria" para designar esa propuesta de articular valores comunitarios sin perder de vista la sociedad global, o mejor dicho, desarrollarnos en ella en el caso que nos ocupa de los Centros Históricos estos serían el tótem o el elemento común de identidad, son espacio urbano Histórico pero también son emoción y vivencias comunes, es por eso importante rescatar Historia y espacio, el resto lo hace la imaginación social al relacionar pasado con el yo Psicológico.

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